Así como los emperadores romanos se deleitaban con la lucha de sus gladiadores, con la pelea a muerte entre fieras y hombres, con la sangre que dejaban en la arena. Hoy nuestro Emperador - Dictador viene deleitándose con el show que representa un ignominioso, insultante y denigrante espectáculo, donde las transnacionales del deporte, la fabricación de automóviles, la comunicación - show y los multimillonarios se divierten y ganan plata a costa de la fragilidad mental y política de los gobernantes de paises "subdesarrollados", "tercermundistas", bananeros, cuya naturaleza, población y patrimonio arqueológico - cultural, solo sirven de escenografía para deleitar a millones de enajenados que siguen este tipo de competencias. Pues en los hechos, ni el patrimonio, ni el medio ambiente son aspectos que preocupen a sus gobernantes, quienes pagan con el dinero del pueblo a las columnas depredadoras rodantes, que por unos segundos los pondrán en el ojo del mundo. Nuevamente lo que prima es el beneficio personal, el posicionamiento de su imagen y la promoción que harán de sus respectivos regímenes.
El pueblo tendrá circo por unos días y el gobernante se solazará nuevamente con las cámaras y la aparición de su imagen en las pantallas de la televisión internacional.
Desde la arqueología, debemos nuevamente preocuparnos por el paso que tendrá entre Desaguadero y La Paz. El presente año, las lluvias impidieron que puedan travesar por la carretera que une Desaguadero- Aguallamaya - Patacamaya (Calamarca o Viacha) - La Paz, evitando así días funestos para los vestigios arqueológicos cercanos a la carretera, o en las lomas contiguas, que hubieran sufrido el rigor de los contingentes humanos, que depredan, con frecuencia, mucho más que los propios carros que surcan arbitrariamente el territorio.
Desde la arqueología, debemos nuevamente preocuparnos por el paso que tendrá entre Desaguadero y La Paz. El presente año, las lluvias impidieron que puedan travesar por la carretera que une Desaguadero- Aguallamaya - Patacamaya (Calamarca o Viacha) - La Paz, evitando así días funestos para los vestigios arqueológicos cercanos a la carretera, o en las lomas contiguas, que hubieran sufrido el rigor de los contingentes humanos, que depredan, con frecuencia, mucho más que los propios carros que surcan arbitrariamente el territorio.
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