Amable, colaborador, atento y muy respetuoso del trabajo de quienes investigaron por más de una década los vestigios arqueológicos de Tiwanaku y otras regiones del país. Su paso por la Unidad Nacional de Arqueología lo atrapó y se convirtió en su identidad y su pasión. Freedy Arce, es una persona a quien no conocí estrechamente, pero cuando requerí su apoyo lo recibí sin demora o reticencias, principalmente en los emprendimientos de defensa del patrimonio arqueológico o la investigación.
Sus percepciones respecto del conocimiento arqueológico, de la cosmovisión andina y de otros temas que lindan con la atrevida formulación de hipótesis acerca del pasado prehispánico y sus vinculaciones con dimensiones ocultas, siempre generaron controversia, pero nunca enturviaron su objetividad y respeto por el trabajo sistemático y meticuloso de la arqueología.
Me impactó de sobremanera su fallecimiento, pues más allá de las diferencias que nos separaron, existió mucho respeto aprecio y colaboración.
Desde este blog, hago llegar mis sentidos pesames a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo que sintieron su triste alejamiento el pasado domingo 20 de noviembre del 2011.