El sitio Ritual Pachjiri (achachila) se encuentra a unos 92 Km de La Paz, estando el sitio emplazado a una altura de 4420 m.s.n.m. en la cúspide del Cerro Pachjiri, que dista aproximadamente 8 Km de la carretera a Tiquina (ver Figuras 1 y 2)
Figura 1: Ubicación General del Cerro Pachjiri (vista Google); Ruta desde La Paz
Figura 2: Ubicación del sitio ritual de Pachjiri empleando una carta geográfica IGM 1:250.000
La serranía ésta formada por estructuras rocosas volcánicas, principalmente de andesita gris, que es el material base de las wak’as a las cuales se les hace ofrenda (Figura 3). Este material tuvo una importancia religiosa desde tan temprano como Formativo Tardío (100 a.C) o más, y su manifestación en áreas ceremoniales es observado de manera elocuente en las estelas y arquitectura de Tiwanaku.
Figura 3: Área de ofrendas ceremoniales en la base de las mesas de sacrificio “Rayo” y “Gloria”
En elevada densidad se hallan disperso sobre la superficie restos de tiestos cerámicos cuya principal proporción data de época contemporánea y republicana, observándose también algunos tiestos de material colonial y en algunos sectores con motivos de filiación Pacaje – Omasuyos (1200 a 1536 d.C), lo cual verifica la antigüedad propuesta por Portugal Ortíz(1982).
El sitio se destaca por la presencia de dos cúspides muy semejantes y dos rocas que se yerguen imponentes entre ellas, de las cuales parece provenir su nombre y el poder sagrado que se les atribuye dentro de la cosmovisión aimara de la Cuenca del Lago Titicaca.
Etnográficamente, los ritos del cerro Pachjiri han sido descritos por varios autores desde la década de 1970 (Newpower 1974, 1988; Van den Berg 1989; Fernández 1995; Yampara 1996) y recientemente por Fernandez y Albó (2007) recuperando información de los diferentes tipos de ritos que se llevan a cabo en el Cerro Pachjiri, entre los cuales se menciona un sacrificio humano – a manera de wilancha - llevado a cabo en agosto de 1995.
Pachjiri es entendido como “el que parte” o “el que realiza la acción de partir o dividir” (De Lucca 1987:119), que tiene significado dentro de la estructura de los ritos de abundancia, motivo por el cual su importancia se acrecienta en el mes de agosto (vísperas de Corpus Cristi), principalmente el 1° de agosto, fecha en la que se dan cita una multitud de familias aymaras que ofrendan y liban en la expectativa de ser escuchados en rigor a diversas rogativas, según el altar al que se dirijan.
El cerro Pachjiri alberga a una serie de formaciones rocosas que son consideradas altares de sacrificio (wak´a Achachila) con diferente vocación: Muerte calvario, Isp’allas, Rayo y Gloria e Isp’a awichus (o k’ala awichus), donde se ofrendan diverso tipo de mesas y objetos orientados a deseos maléficos, de fecundidad, de tránsito, de abundancia, de mitigación de males, de salud, de agradecimiento, etc.
Figura 4: Altar de Isp’allas (arriba: noviembre 2006 y abajo: marzo 2010)
Figura 5: Altar de los Ispa Awichus, Cerro Pachjiri (marzo 2010)
Figura 6 : Altar de la Gloria, Cerro Pajchiri
Figura 7: Ofrendas de abundancia y de fecundidad en el Atar del Rayo
Entidades culturales relacionadas
El Cerro Pachjiri se halla relacionado con otros cerros rituales, tutelares o Achachilas de la región que se encuentran dentro de la Península de Santiago de Huata o en sus inmediaciones, tal es el caso de los cerros Jipi, cuyo poder en cuestiones de fecundidad ha sido identificado en restos de rituales que datan desde al menos 800 años AP. También se reconocen otros cerros como Surukachi, Qapiqi y Sampakachi y Condor Jipiña (Lémuz 2001; Fernández y Albó 2007) donde los rituales se remontan incluso hasta el Formativo Tardío (200 a.C. al 400 d.C.).
Finalmente, los sitios de Pachjiri y Jipi están relacionados con el Cerro Pallati (1), en cuya cúspide ha sido identificado un templete semisubterráneo que data también del Formativo Tardío (Chavez 2003)
Singularidad
Actualmente el Cerro Pachjiri se constituye en la Huaca más importante en la cosmovisión aymara y los ritos de iniciación de Ch’amakanis, Yatiris, Layqas, etc. Aspecto que ha trascendido incluso a la política, a partir de finales de los años 80, como acompañamiento a los movimientos de reivindicación de las tradiciones y cultura originario – campesina que se oponían a las estructuras ideológicas, políticas, sindicales y religiosas occidentales y judeocristianas introducidas en el altiplano desde la colonia.
Pachjiri ha cobrado un creciente vigor en los últimos años, motivo por el cual algunas autoridades políticas, principalmente de Achacachi y del Gobierno Central, han intentado introducirlo como un atractivo de turismo cultural, lo que en algún grado ha causado molestia y susceptibilidad en la comunidad de yatiris y ch’amakanis de la región (2).
Conservación
La intensidad y larga data de los rituales en el Cerro Pachjiri ha dejado en una situación lamentable el entorno en el que se desarrolla, principalmente por el tipo de ofrendas que se dejan en los altares y por la quema de todo tipo de artefactos asociados a las mesas rituales. Es posible ver en el lugar miles de botellas de plástico en las laderas y base del cerro y los altares, lo mismo que restos de botellas, zapatos quemados, ropa, tejidos, pañales desechables y diverso tipo de basura orgánica e inorgánica (ver Figura 8)
Figura 8: Basura dispersa en todo el sitio ritual y sus alrededores
Sin embargo la conservación de un sitio ritual como este, no sólo pasa por el medio físico, sino también pos la documentación del patrimonio cultural que involucra en cuanto a saberes e historia, lo cual de alguna manera se ha hecho, pero no por iniciativa del Estado o las instituciones llamadas a preservar estas manifestaciones culturales. Aspecto que es censurable dada su importancia temporal y geográfica dentro de la Cuenca del Lago Titicaca y más allá (Oruro, Cochabamba, Puno, entre otros lugares de proveniencia de los ofrendantes).
Aprovechamiento o uso actual
Actualmente su empleo es netamente para actividades rituales, sin embargo actividades de índole comercial florecen periódicamente en función al nivel de concentración poblacional que genera en eventos puntuales como el solsticio de invierno en junio o Corpus Cristi en agosto.
El turismo cultural es escaso, el cual se ha estado realizando de manera espontanea o no programada. No obstante iniciativas provenientes del Gobierno Municipal de Achacachi han estado promoviendo un tipo de turismo interno en las ciudades intermedias, La Paz y El Alto, sin mucho éxito aún (ver figura 9).
Figura 9: Afiche del GM de Achacachi promoviendo la Waxta de Agosto del 2006
Posibilidades turísticas
La Cultura Aymara, su cosmovisión y sus ritos son temas que han cautivado a numerosos visitantes del mundo. La Cuenca del Lago Titicaca es un paisaje cultural por excelencia, tanto en lo que respecta a su componente tangible, histórico y arqueológico, como a su componente intangible en el que se cuentan los saberes, el idioma, su modo de vida, su percepción de la naturaleza, su música, sus bailes, vestimenta, tradiciones, ritos, tecnología, etc. Actualmente mucho de este patrimonio cultural no ha sido puesto en valor y menos aprovecharse turísticamente, aspectos que deben evaluarse cuidadosamente, pues la cultura y la organización sociocultural en las comunidades es aún muy frágil y vulnerable frente a estímulos económicos y laborales, fundamentalmente por el grado de pobreza y marginalidad en el que vive gran parte de la población.
Riesgos ambientales
El área ritual se halla sobre la cúspide de una red de drenajes que dirigen los torrentes temporales de lluvia hacia, al menos cuatro zonas de bofedales, o eventuales sectores de captación de agua. La basura, restos orgánicos, desechos de la actividad humana y eventualmente algunos químicos podrían afectar estas aguas, la capa freática de estas regiones y consecuentemente ser una amenaza para la salud de las poblaciones que se hallan emplazadas en sus laderas.
Por otra parte, las bolsas de plástico que se desechan pueden afectar drásticamente la salud del ganado que sube a pastar hasta esta altura, el cual esta conformado principalmente por camélidos y en menor medida por ovejas.
Todos estos efectos son posibles de mitigar de manera directa y su impacto reducirse a casi cero si se toman las medidas correctivas a tiempo y se implementa un plan de manejo de residuos sólidos sostenible y en acuerdo y beneficio de todos los actores involucrados.
Riesgos socio-culturales
Aunque se percibe cierto voluntarismo por parte del Gobierno Municipal de Achacachi en torno al aprovechamiento turístico respecto de las prácticas culturales rituales que se dan en el Cerro Pachiri, y el entendido que tales manifestaciones son parte de la genuina religiosidad aymara expresada a través de cientos de años de peregrinaciones y ofrendas de parte de una comunidad que trasciende los límites de la Cuenca del Lago Titicaca, es necesario efectuar una evaluación social ex – ante y participativa hacia todos los actores involucrados en esta actividad, previo a diseñar cualquier tipo de intervención.
Como antecedentes locales podemos indicar, que previamente al surgimiento de Pachjiri como la más importante Huaca local, El Cerro Jipi fue un lugar milenario de peregrinación, al cual acudían desde diversas partes del altiplano, pobladores que buscaban mayor fecundidad para sus ganados. De la misma manera el Cerro Q’apiqi (Figura 10) recibía anualmente contingentes de pobladores, incluso a migrantes de otros países, que ofrendaban a sus rocas en busca de salud, prosperidad y abundancia en bienes materiales y cosechas. Con la instalación de antenas de radio, televisión y celular en ambos picos, la gente consideró que habían perdido poder y su importancia ritual decreció aceleradamente. Hoy la gente que se traslada a estos picos es muy pequeña y la tradición ritual se va perdiendo paulatinamente.
Figura 10: Antenas del Cerro Q'apiqi (Santiago de Huata)
Un caso similar es el que desde hace un par de décadas viene aconteciendo en la Jach’a Apacheta de La Paz, donde habitualmente un número importante de yatiris y usuarios de estos servicios se daban cita para efectuar ritos de salud, abundancia y fecundidad. Con la implementación de la autopista La Paz – El Alto, la Jach’a apacheta fue afectada drásticamente a finales de los años 70, sin embargo el toque de muerte lo dio el Gobierno Municipal de La Paz al declararlo mirador, incorporarlo en un circuito turístico urbano, implementar allí una batería de baños y espacios verdes, como los coloca en serie en toda La Paz, sin respetar la opinión ni el espacio ritual y de paisaje cultural que tanto amautas, yatiris y Ch’amakanis tratan de defender desde que fuera anunciada la construcción de la autopista y posteriormente la urbanización en cuyos límites se emplaza.
Notas
1) El Cerro Pallati comprende un complejo asentamiento residencial, ritual y agrícola que alberga un recinto semi-hundido en la parte superior y restos de estructuras residenciales en sus terrazas superiores. Tanto de la parte superior como de sus flancos este y oeste salen senderos y caminos bien delineados con dirección a un camino prehispánico que conecta con el cerro Jipi. El templete fue excavado y estudiado por el arqueólogo peruano Sergio Chávez el año 2003 en una temporada de campo que duró alrededor de dos meses, exponiéndose en esta oportunidad importantes segmentos del patio hundido y otras estructuras anexas. A la fecha , las investigaciones han quedado detenidas debido a las prioridades y limitaciones en los recursos para la investigación.
2) Desde el año 2005 el GM de Achacachi viene impulsando en el lugar eventos de tipo turístico y folklórico con motivo del solsticio del 21 de junio. Hace poco (marzo del 2010) el Vicepresidente de Bolivia y una comitiva gubernamental estuvo realizando ofrendas en el sitio.