Numerosos arqueólogos que realizan investigaciones arqueológicas en diferentes sitios y regiones de Bolivia se hallan a la espera de permisos que les permitan iniciar o continuar sus estudios. Penosamente, algunas de estas solicitudes tienen fecha de ingreso de hace más de un año, sin que los funcionarios responsables sepan como procesarlas. La ineficiencia e incapacidad de los técnicos de la UDAM es tal que cada proyecto de investigación que ingresa sigue un curso totalmente diferente al anterior, improvisándose pasos, recomendaciones técnicas, observaciones legales y administrativas, que hacen que obtener un permiso sea realmente tortuoso y desesperante. En particular para quienes tienen los días contados para cumplir con sus trabajos de campo, generalmente circunscritos a la época invernal de cada año. Esto es más crítico cuando estos trabajos son parte de requisitos académicos que deben cumplirse para el ejercicio profesional, como es el caso de las tesis de licenciatura o doctorado
Gran parte de las falencias de esta deteriorada repartición estatal (UDAM) se debe a la carencia de procedimientos administrativos y experiencia de sus funcionarios para proponer las operaciones necesarias, de modo de volcarlas en una Normativa Ministerial que conjuncione los aspectos técnicos, administrativos y legales dentro de un protocolo ágil, sistemático y expeditivo.
Gran parte de las falencias de esta deteriorada repartición estatal (UDAM) se debe a la carencia de procedimientos administrativos y experiencia de sus funcionarios para proponer las operaciones necesarias, de modo de volcarlas en una Normativa Ministerial que conjuncione los aspectos técnicos, administrativos y legales dentro de un protocolo ágil, sistemático y expeditivo.
Producto de este vacío de capacidades, los funcionarios (muchos de ellos arqueólogos) alargan por meses - y hasta años - las respuestas a las notas de solicitud de permiso de investigación, no sólo de investigadores extranjeros, sino también de nacionales, entre los que se hallan tesístas de la carrera de arqueología, arqueólogos de contrato y docentes universitarios.
Llama también la atención que sea el propio Ministro de Culturas el encargado de firmar los diferentes convenios de investigación con las instancias universitarias, tanto nacionales como internacionales, no sólo por la centralización y burocracia que esto implica (dado que últimamente su principal ocupación es armar tarimas para eventos públicos de organizaciones sociales afines al partido de gobierno), sino por el desbalance en la representación y jerarquía que involucra, es decir devaluar la posición de un Ministro de Estado a la de algún funcionario de nivel intermedio en la jerarquía universitaria extranjera o nacional. Este hecho sólo se da en nuestro país, donde pocos ministros conocen su verdadera jerarquía, funciones , responsabilidades y atribuciones.
Es necesario que el Ministerio de Culturas, en particular la UDAM, sean objeto de un profundo trabajo de desarrollo institucional y organizacional, pues la labor que cumple actualmente es menos que deplorable.
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