
Uno de los principales reclamos de la Sociedad de Arqueología de La Paz era que la UNAR hiciera público el proyecto con el cual estaba trabajando, este documento parece ser el secreto mejor guardado de la UNAR, pues ni el Viceministro y el Director de Patrimonio lo conocen (Tal como lo manifestó el actual Director de Patrimonio). Dos consecutivas intervenciones del Defensor del Pueblo en este caso tampoco pudieron extraer ninguna respuesta ni documentación acerca del proyecto que tienen lugar en Pumapunku.
Desde su inicio las tareas en Pumapunku han sido observadas por la ligereza con la que fue emprendido. El tiempo nos permite observar muchas de las torpezas y desatinos, evidentes e inferibles, cometidos por sus auspiciadores y responsables:
1. Primera torpeza: Las acciones en Pumapunku parecen no tener un proyecto con racionalidad arqueológica
2. Segunda Torpeza: Se emprendieron tareas de reconstrucción y conservación sin contar con una línea de base de trabajo, registro detallado de las piezas y sus posiciones al inicio del trabajo, ni una planificación adecuada para su traslado y posterior “armado”.

4. Cuarta torpeza: Colocar como responsables a quienes no solamente no cuentan con la formación, licencia y capacidad para desarrollar estos trabajos, sino son el personal con menor calificación dentro de la UNAR para este cometido.
5. Quinta Torpeza: No contar con el personal ni los recursos mínimos para emprender tales labores, especialmente conservadores especializados, ingenieros experimentados en este tipo de trabajos, equipos y maquinaria adecuada, etc.
6. Sexta Torpeza: Haber trabajado en temporada de lluvia, emplear barretas metálicas para mover los litos y gatas para levantarlos: Varias piezas han sido quebradas y desportilladas por tamaña irresponsabilidad.

8. Octava torpeza: Mostrar a la prensa canales de desagüe de la estructura haciéndoles pensar que eran “túneles” que llevaban a “tesoros” o al sarcófago de algún “faraón” Tiwanakota, haciendo ostensible cuan seria es la actividad arqueológica que desarrolla la UNAR y sus “Arqueólogos”, licenciados sólo por tal institución, pues la UMSA no los reconoce como arqueólogos profesionales.
9. Novena torpeza: Haber expuesto a los trabajadores a innumerables riesgos en el movimiento de los litos, pues ninguno y en ningún momento contaban con los medios adecuados para tales trabajos. Esto también transgredió las regulaciones de la Ley del Trabajo.

11. Décimo primera torpeza: Las autoridades del Viceministerio de Culturas han evadido sistemáticamente responder a la denuncia, inventando todo tipo de excusas para no cumplir con los compromisos de palabra hechos por su Director de Patrimonio frente a la SALP, al Alcalde de Tiwanaku, a representantes de los trabajadores de Tiwanaku y responsables de la UNAR. Esta actitud ambivalente no ha hecho más que profundizar el problema y hacer evidente la falta de capacidad de esta autoridad para, no sólo responder a las demandas que entraña el puesto, sino para formular un mínimo de políticas coherentes en el tema arqueológico.
12. Décimo segunda torpeza: Pensar que intimidando a los responsables de los proyectos internacionales para que no consideren dentro de sus equipos de investigación a los arqueólogos asociados a la SALP van a lograr evitar que se destapen todos los intereses y malos manejos (no sólo técnicos ) que se esconden tras estos proyectos.
13. Décimo tercera torpeza: Que tanto el Viceministerio como su Dirección de Patrimonio han jugado con la voluntad, tiempo y trabajo de los abogados y responsables del Defensor del pueblo, evadiéndolos o contándoles mentiras respecto del problema o los intereses que giran en torno a Pumapunku.

Se recalca que las opiniones vertidas en este texto son de absoluta responsabilidad del autor e independientes de las instituciones aludidas